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Capítulo 7

La premonición.

 

A la mañana siguiente volvió a cantar el gallo de los alrededores de la casa de Sam, y se escuchó la voz de la madre.

 

—¡Sam, arriba! Las siete y cuarto — dijo Daisy acercándose a su cama.

—Sí, mamá, ya voy — respondió Sam con voz somnolienta.

 

Se incorporó sobre la cama y movió en círculos su cabeza tratando de despejarse, se levantó y fue a darse una ducha.

 

—¡¡Sam, ha llegado Jim!! — gritó su madre desde la planta de abajo, mientras abría la puerta a Jim.

—¡Vaya! ¡Qué temprano se levanta este chico, por Dios! — murmuró Sam.

—¿Qué tal Jim? ¿Cómo está tu madre? —preguntó Daisy.

—Bien, señora Maison, hoy le tocó madrugar porque le encanta desayunar conmigo y charlar un rato — respondió él con una sonrisa.

—¿Qué haríais vosotros sin madre, eh? — preguntó  Daisy divertida.

 

—Sin duda yo estaría perdido sin la mía —respondió Jim riendo.

—Y las madres sin los hijos también, que llegará el día en que os echaréis novia y os casaréis, y la verdad es que ese vacío no hay quien lo cubra —lamentó la madre de Sam.

—¡Así es! Aunque por mucha novia que uno se eche, como en casa yo creo que en ningún sitio, ¿no cree? — dijo Jim sin dejar de sonreír.

 

En esos momentos bajó Sam por las escaleras.

 

—Buenos días, ¿ya de charla a estas horas de la  mañana?

—Ya ves, ¡aquí, esperando al dormilón!

—Madre mía, ¿es que no duermes tú? Son las siete y veinte, y hasta las ocho no empezamos — dijo Sam mirando el reloj.

— Sí Sam, pero estas clases que hacemos requieren de nuestra energía, y si llegamos recién levantados, imagínate tú con qué clase de energía vas a empezar — replicó Jim sonriendo.

—Mmmm... Viéndolo así, quizás tengas razón, tú eres el experto — asintió Sam.

—Venga, vamos, dormilón, jeje... — bromeó Jim.

—Voy, voy — dijo Sam, terminando de comer una tostada y bebiéndose un zumo de naranja.

 

Los dos chicos salieron por la puerta de la casa de Sam. Sam se despidió de su madre y emprendieron el viaje hacia la escuela charlando.

 

—¿Y qué tal anoche, Don Juan? — preguntó Sam mientras caminaba junto a Jim.

—¿Don Juan? ¿Por qué lo dices? — preguntó Jim sin acabar de entender.

—No sé, tú dirás. ¿No hiciste nada especial anoche?

—Pues, aparte de dormir, nada que yo sepa.

—Pensaba que éramos amigos, pero ya veo que me ocultas cosas, y no soy digno de tu confianza — dijo Sam deteniéndose junto a Jim en el camino.

—¿Pero a qué viene tanto misterio, de qué me hablas Sam?

—Jim, ¡anoche te vi en el jardín con Lucía! —exclamó Sam.

—¡Dios, no! ¿Cómo es posible? — dijo Jim llevándose las manos a la cabeza.

—Será por eso de la energía blanca, ¡yo qué sé! ¿Pero qué tiene de malo? ¿Por qué no me dijiste que estabas con ella? ¡Si a mí me parece genial!

—¿No lo entiendes, verdad? Ella no quiere que nadie lo sepa, bueno, mejor dicho nadie debe saberlo — suspiró Jim.

—¿Pero por qué?

 

—Es muy largo de explicar, esta tarde salimos con las bicis y te lo cuento. ¿Quién más lo sabe?

—¡Pues Sally!

—¿También nos vio? — preguntó Jim.

—¡¡No!! Pero estaba conmigo y yo se lo dije.

—¡¡Joder!! Vamos, tenemos que llegar antes que Sally a la escuela, en el caso de que llegue Lucía antes, yo la entretendré y tú le dices a Sally que no le diga nada a Lucía, no debe saber que nos habéis visto, ¿de acuerdo? — dijo Jim andando apresurado hacia la escuela.

—¡¡Sí, vale!! ¿Pero qué pasa?

—Luego te lo contaré, ¡vamos, date prisa! — dijo Jim acelerando el paso.

 

Los dos chicos llegaron a la escuela casi los primeros. Allí estaba Dana con otras chicas.

 

—Hola, Dana, ¿no llegaron Jon y Lucía?

—Hola, Jim. Pues no, no creo que tarden porque Jon me dijo que llegaría temprano para enseñarme un ejercicio que daríamos hoy — respondió Dana mientras ojeaba un libro.

—¡Ah, vale! Entonces estarán a punto de llegar — dijo él impaciente.

—¿Es que ocurre algo? —preguntó Dana.

 

—¡No nada! Es que como llegamos temprano, pues queríamos verlos, cosas de chicos, ya sabes, jeje — intentó disimular.

—¡Bueno, no pregunto más! ¡No quiero saber! — dijo ella con ironía.

En esos momentos aparecieron Sally, Jon y Lucía bajando por las escaleras.

—¡Vaya, qué madrugadores estos chicos! — dijo Jon dirigiéndose a Sam y Jim.

—Ya ves, enseñando al chico nuevo cómo madrugamos aquí — bromeó Jim golpeando tímidamente con el codo a Sam.

—¡Hola, Sam! — saludó Sally.

—Hola, Sally, ¿podríamos hablar un momento? — le pidió Sam llevándosela cuidadosamente a unos metros.

—Sí, claro — respondió ella mirando a las chicas con cara pícara.

—Sally, ¿le has contado a Lucía que los vimos ayer? — preguntó casi susurrando Sam.

—¡Vaya! ¡Se me olvidó! Ahora mismo se lo digo a la muy…

—¡¡No no!! ¡¡No debe saberlo!! — la interrumpió Sam volviendo a susurrar y tapándole la boca con la mano a Sally.

—¿Por qué? ¿Qué pasa? — dijo Sally susurrando también.

—Aún no lo sé, pero me ha dicho Jim que es muy muy importante que nadie lo sepa.

—¡Está bien! Pero tienes que contármelo ¿de acuerdo?

—¡Sí, de acuerdo! En cuanto me entere te lo contaré, pero lo de anoche queda entre nosotros, ¿vale? — insistió él mientras le daba un cariñoso toque en la nariz con el dedo. Ella asintió encantada con esas muestras de cariño y volvieron con los demás sonriendo.

 

En ese momento sonó el pitido que anunciaba el principio de las clases, los chicos acudieron cada uno a su aula y Sam y Lucía se sentaron juntos de nuevo.

 

—Buenos días, chicos y chicas — dijo el profesor Ray entrando por la puerta del aula.

—Buenos días — respondieron los alumnos.

—Bueno, espero que ninguno haya llegado muy somnoliento hoy pues, como siempre suelo decir, la agudeza de los sentidos es primordial para estas clases, así que despejen bien su cabeza que hoy toca tema interesante. Pero, antes de seguir, señor Maison, ¿podría acercarse un momento? — dijo Ray dirigiéndose a Sam.

 

Sam se acercó a la mesa del profesor.

 

—¿Usted tuvo anoche alguna visión de algún acontecimiento próximo? — preguntó susurrándole a Sam.

—¡Pues no, señor! — respondió Sam también susurrando.

—¿Seguro? ¿Nada? ¿Algo que le haga ver que se acerca algún peligro? — insistió el profesor.

—Pues, que yo recuerde, no, ¡de verdad! — respondió el muchacho frunciendo el ceño.

—Está bien, ¡siéntese! — le ordenó el profesor con cara de preocupación.

 

Sam volvió a su pupitre para continuar con la clase, sin entender nada de lo que estaba pasando.

 

—Bien, bueno. Hoy tenemos un tema muy interesante, quizás no sería el tema más apropiado para los primeros días, pero algo me dice que este tema es de vital importancia. Además, como podemos observar, el señor Nelson no se ha dignado a venir hoy, quizás se le han pegado las sábanas, por lo que no tendremos interrupciones inesperadas. Bien, el tema que vamos a dar es Camino Espiritual. Supongo que a los que os habéis leído el libro de iniciación os suena. Bueno, pues este tema nos va a llevar por varios caminos, ya que la primera parte casi la tenemos dominada, que es el salir de nuestro propio cuerpo, como practicamos el otro día. Ahora veamos cómo en ese estado podemos contactar con seres espirituales y luego veremos cómo poder contactar o ver a esos seres espirituales sin llegar a salir del cuerpo, incluso podemos ayudar a algunos a proseguir su camino hacia la luz divina, o defendernos de otros que quedaron atrapados y poseídos por demonios — explicó el profesor Ray.

 

Algunos chicos estaban con la boca abierta, a otros se les notaba un poco el miedo del tema, pero sin duda el tema había despertado el interés de todos.

 

—Sobre todo, es un tema que trataremos en profundidad, no deben tener miedo ni dudar nunca de lo que deben y no deben hacer, para eso es vital que presten mucha atención hoy. Cualquier mínima duda, levanten la mano y trataremos de que todos lo tengamos todo perfectamente claro. ¿Vale?

 

Los chicos asintieron con la cabeza.

 

—Algunos supongo que ya habéis experimentado por vuestra cuenta lo de salir de vuestro cuerpo y visitar otros lugares, ¿no? Pero seguro que en ese viaje no os habéis encontrado por casualidad con nadie, o sea, habéis podido encontraros entre vosotros si habéis quedado en una hora concreta, por medio de alguna prenda o foto de esa persona, pero no habéis visto a nadie más espiritual en esos viajes, ¿cierto?

 

Los chicos volvieron a asentir con la cabeza, menos Sam, que dudó en levantar la mano, pero recordó las palabras de su amigo y al final no lo hizo.

 

—Pues eso es debido a lo siguiente — prosiguió el profesor — como seres humanos estamos en un mundo de tres dimensiones, que podemos apreciar, ver y sentir. En el estado espiritual que hemos practicado, nos adentramos en una cuarta dimensión inducida, es decir, apreciamos todo lo del mundo tridimensional pero además, como seres espirituales, podemos vagar por el mundo a través del subconsciente. Pero hay una quinta y una sexta dimensión que ustedes aún desconocen, y es lo que vamos a tratar de aprender hoy. Incluso hay una séptima dimensión que sólo algunos afortunados llegarán a experimentar algún día, es realmente fascinante — dijo entusiasmado y mirando a Sam, a sabiendas que éste era el hijo de Tom Maison.

 

“Simplifiquemos un poco todo para resumir el tema: tres dimensiones, lo que vemos ahora; cuarta dimensión, lo que hemos practicado con ejercicios espirituales donde nadie puede vernos, pero en donde tampoco podemos ver a otros espíritus a no ser que ese encuentro haya sido concertado, dado que en el cuarta dimensión somos como emisoras de radio, no vemos a otros seres porque están en otra frecuencia; en la quinta dimensión podemos apreciar a todos los seres espirituales que se encuentren en la cuarta y tercera dimensión y además ver a las almas que andan perdidas, o sea, personas fallecidas que no han podido dar el salto aún a la séptima dimensión, que sería la dimensión celestial, y en la sexta dimensión es donde está el peligro, pues aquí están los demonios o seres del inframundo. Esto sería resumido.”

 

Jason levantó la mano y el profesor le dio la palabra.

 

—Profesor, yo sí recuerdo haber estado explorando la cuarta dimensión y no haber visto a nadie espiritual, pero sí haber sentido por momentos un frío intenso.

—Cierto, gracias por la información, señor Jason. Esto ocurre cuando nos cruzamos con otro ser de igual dimensión o superior, que no podemos ver,  pero sí llegar a sentirlo, y esta sensación de frío es el aviso de esa presencia, como cuando hay interferencias en una señal y escuchamos ese sonido de la interferencia. Pues en este caso algo atraviesa nuestro campo de energía, por lo que sentimos ese frío, aunque normalmente el frío lo sentimos con energías que ya no tienen vida humana, es decir, personas ya fallecidas. En el supuesto caso de encontrarnos aún sin poder verlo con otra energía espiritual pero conectada al mundo de los humanos, lo que sentiríamos sería una especie de escalofrío u hormigueo, pero sin sensación de frío.

 

—¿Y cómo podríamos llegar a ver si hay alguien más en la cuarta dimensión? — preguntó Lucía levantando la mano.

—Buena pregunta, aunque no tiene una fácil respuesta, pues depende mucho de nuestro tipo de energía. Cada color de energía, como bien sabemos tiene una serie de ventajas e inconvenientes que analizaremos más adelante, pero que por definirlo en resumidas cuentas, nos hace las cosas mucho más fáciles o mucho más difíciles. Por ejemplo, con la energía verde necesitaremos meses de preparación para poder observar todo lo que se encuentre en la cuarta dimensión, así que, de la quinta y de la sexta, imagínense, ¡años! ¿Eso quiere decir que son los más perjudicados en este asunto? Pues no necesariamente, porque para eso están las fusiones de energía, porque si alguien de energía verde se fusiona con alguien de energía roja despejaría el campo de visión de la cuarta dimensión casi de inmediato, y muy parecido si se fusionan con los de energía azul, es decir, la desventaja es que por sí solos a los de energía verde les costaría muchísimo explorar esa cuarta dimensión, y la ventaja es que se pueden fusionar con cualquier otra energía con mucha más facilidad para despejar este campo de cuatro dimensiones. Los de energía roja lo tienen un poco más fácil para poder conseguirlo por su cuenta, pero se encontrarían con el inconveniente de que, si se juntan con alguien de energía azul, les sería prácticamente imposible, todos tienen sus ventajas e inconvenientes, excepto, claro, los de energía blanca, que fusionan con todos y que por sí solos ya tienen lo de todas las energías.

 

—Profesor, ¿no es un tema demasiado complicado para darlo en estos primeros días de clase? —preguntó María.

—Es posible, María. Pero, como algunos sabéis, tengo el don de la precognición, y he advertido un peligro inminente relacionado con espíritus, por eso debéis estar preparados, no he podido percibir ni dónde ni a quién acecha el peligro, pero ha sido una alarma peligrosa la que he percibido — aclaró Ray sin querer entrar en muchos detalles.

 

Los chicos murmuraron entre ellos, un poco con temor, en esos momentos la luz del aula se fue por un momento y volvió a restablecerse a los pocos segundos. Muchas chicas gritaron asustadas y muchos otros pegaron un brinco en sus asientos.

 

—¿Qué ha sucedido? — preguntó Lucía.

—Parece un pequeño corte de corriente, ¿no? — dijo

Sam sin querer darle más importancia para no asustar más a su compañera.

—Aquí no puede irse la corriente, Sam, esta escuela recoge la energía del árbol sagrado sobre el que estamos, sólo nos quedaríamos sin energía si el árbol muriera o sufriera daños — explicó el profesor, que se había acercado hasta los alumnos y había escuchado a Sam.

 

Por la pequeña ventana de cristal de la puerta del aula de Sam se vieron a varios profesores correr hacia la entrada del colegio. Ray al verlos exclamó:

 

—¡Que nadie se mueva de aquí! ¡Vuelvo en seguida! — y seguidamente salió del aula a ver qué sucedía.

 

Los profesores se encontraron en un pequeño cuarto cerca de las escaleras principales, donde parecía que había sido forzada la puerta. En ese cuarto, en el techo, se encontraba el final de las raíces del árbol sagrado, de las cuales parecía que alguien hubiese arrancado un trozo.

 

—¿Quién ha podido hacer esto? — preguntó el profesor Richard acariciando la raíz a la que le faltaba un trozo.

—Sea quien sea, si es una gamberrada, no tiene ninguna gracia, y si es otra cosa deberíamos tratar de averiguarlo — dijo Ray.

—¿No tendrá esto algo que ver con tu visión, verdad? — preguntó Richard.

—Pues no lo sé, podría tener algún sentido, pero no estoy seguro — contestó Ray.

—Por si acaso, poned todos vuestro conocimiento en enseñar a los chicos las artes espirituales, las que sean necesarias para saber defenderse de lo que pueda venir, deberían estar preparados — dispuso Marco, el director de la escuela.

—Sí, señor, eso haremos —respondió Julia, otra de las profesoras.

 

Todos los profesores, incluido Ray, se dirigieron de nuevo a sus clases comentando por el pasillo lo que acaban de presenciar.

 

—Demos por finalizadas las clases y reunámonos en la sala de profesores en quince minutos — propuso Ray.

—Sí, será mejor, así veremos cómo abordar el posible peligro para prevenir mejor a los chicos — dijo Richard.

—Bien, yo trataré de buscar en la biblioteca de Nel el posible significado de la sustracción de la raíz — se ofreció Brenda.

 

Después de coordinarse entre ellos, cada profesor se incorporó a sus clases.

 

—Bien, chicos, por esta mañana se han terminado las clases, pero esta tarde continuaremos a las tres— dijo Ray a la clase de Sam, nada más entrar por la puerta.

 

—¿Qué ha pasado, profesor? —preguntó Lucía.

—Aún no lo sabemos con exactitud, pero esta tarde seguramente todos tendremos una explicación y podremos afrontar mejor la situación, no os preocupéis que seguro que todo es una falsa alarma — explicó Ray en tono tranquilizador para no alterar a los jóvenes que lo miraban con expectación.

 

En ese momento sonó brevemente la sirena que anunciaba el final de las clases. De forma precipitada, los chicos fueron saliendo de las aulas y los profesores se dirigieron a su sala de reuniones. Los alumnos se juntaron en la gran sala antes de salir.

 

—¿Qué habrá ocurrido? — preguntó Sally.

—No lo sé, pero creo que en los últimos años nunca había sucedido algo así. Sí que creo que me contaron que hace diez o quince años sucedió algo parecido, pero entonces nadie le dio importancia y siguieron las clases, y a los pocos días sucedieron acontecimientos que nadie ha querido desvelar — comentó Jim.

—O sea, que es seria la cosa — dijo Sam.

—Eso parece, además, ya escuchaste a Ray, tuvo una visión de que algo malo se acerca, y quizás esto tenga algo que ver — reflexionó Lucía.

—¿Y qué podemos hacer nosotros? — preguntó Sam.

—Pues poca cosa, porque, si es algo relacionado con espíritus, ninguno estamos preparados para afrontarlo, esas clases se dan en profundidad a partir del tercer año en adelante, así que imagínate qué conocimiento podemos tener nosotros — dijo Jim.

—Los pocos que podrían afrontarlo y que seguro están preparados son vuestros padres, pero hasta que no regresen tendremos que apañarnos como podamos, con la ayuda de los profesores claro — recordó Sally dirigiéndose a Sam y a Jim.

—Vayamos a la librería a ver qué podemos averiguar, quizás Nel pueda ayudar — propuso Lucía.

 

—Sí, cierto, mi tío sabe mucho de todo esto, ¡vayamos!

 

Los chicos se dirigieron hacia la librería de Nel, mientras en la sala de profesores éstos seguían reunidos analizando las consecuencias y las razones de lo que había sucedido esa mañana.

 

—¿Para qué querría alguien un trozo de la raíz sagrada?—preguntó Marco.

—Pues no lo sabemos exactamente, lo que sí sabemos es que se puede utilizar para muchas cosas, desde pociones para curaciones o rituales hasta montones de aplicaciones en el ámbito espiritual —comentó Brenda.

—Sea lo que sea, no es para nada bueno, la visión que tuve era claramente de maldad, y me da a mí que esto está relacionado, es demasiada casualidad — comentó Ray.

—¿Y cómo protegemos a los chicos? —preguntó Richard.

—Ahora mismo no tenemos chicos en tercer año, y creo que tú, Ray, eres el más preparado en este terreno, lo mejor sería juntarlos a todos en la gran sala y hacer una clase compartida entre todos. Éste es un terreno delicado, además, Brenda también tiene cierta experiencia en el terreno espiritual, y así ayudaremos a los chicos con más profundidad y al mismo tiempo algunos profesores profundizaremos en el tema, porque yo pienso asistir por si hay que ayudar — comentó Marco.

 

—Me parece lo más sensato — respondió Richard.

—Pues no se hable más, a las tres menos cuarto todos aquí, aprovechad estas horas para recopilar toda la información que creáis necesaria o de interés —dijo Marco.

 

Los profesores salieron de la escuela en direcciones diferentes, para llegar a todos los lugares en los que podían obtener alguna información sobre lo que podía estar sucediendo. Mientras, los chicos ya habían llegado a la librería de Nel.

 

—¿Pero qué es lo que pasó exactamente? —preguntó Nel sin saber muy bien de qué iba el tema.

—Pues que se fue la luz y luego volvió y todos parecieron estar asustados por una visión que tuvo el profesor Ray — explicó Sam.

—No puede ser, ¿arrancaron un trozo de raíz sagrada? — preguntó Nel dándose cuenta de la gravedad del problema.

—Eso parece, Sr. Maison — afirmó Lucía.

—Vaya, eso no es bueno, puede estar relacionado con rituales de poder o de almas, porque no creo que sea para curaciones — dijo Nel con cara pensativa.

—¿Y qué podemos hacer, tío? — preguntó Sam.

—Pues vosotros poca cosa, porque es un tema que no daréis hasta el tercer año, y este año además creo que no hay ningún alumno de tercero, por lo que, al no haber clase, el profesor Mohebius, que es el experto en estos temas, no vino este año al valle —comentó Nel.

—¿Pero nos están dando el tema a todos porque Ray tuvo una visión de peligro? — comentó Jim.

—¡Claro! Ray sí que conoce el tema en profundidad, además estuvo un tiempo con chamanes porque tenía inquietudes espirituales, él os puede instruir bien — dijo Nel.

—¿Y tú, tío? ¿Nos podrías enseñar algo? — preguntó Sam.

—Éste es un tema muy amplio y delicado, yo tengo mucha teoría sobre el tema, pero poca práctica, no sería el más indicado para instruiros.

—¿Y algún libro especializado en el tema? —preguntó Lucía.

—Libros tengo algunos que os podrían dar un buen empujón, sobre todo en teórica. El Gran Libro de las Almas, o Un Paseo por las Dimensiones son libros donde aparece todo lo necesario en teoría espiritual, pero son libros realmente amplios, más de mil páginas tienen, y no sabría por dónde empezar a buscar — comentó Nel.

—Pues, chicos, entre lo que nos enseñen los profesores y lo que podamos aprender de estos libros, tenemos que espabilar para lo que pueda llegar — comentó Sam.

—Estoy de acuerdo, Sam —dijo Jim.

—Muy bien, después de clase ¿dónde podemos juntarnos para repasar los libros? — preguntó Lucía.

—Yo os puedo ceder mi cuarto privado, tiene una gran mesa, podéis estar cinco o seis sin problemas ahí, pero máximo hasta las diez. ¿De acuerdo? — se ofreció Nel.

—¡Yo me apunto! — dijo Sally

—Muy bien, chicos, quedarnos de brazos cruzados a la espera de lo que pueda llegar no nos va ayudar en nada, así que apoyémonos en esto y vamos a prevenirnos de lo que venga — concluyó Jon.

 

Los chicos asintieron con la cabeza y se despidieron de Nel hasta la tarde. Sally llegó a su casa y se encontró con su primo Peter.

 

—¡Peter! ¿Me estabas esperando? — dijo Sally abriendo la puerta de su casa y encontrándose con Peter en la entrada con una gran sonrisa en su rostro.

—¡¡Hola, Sally!! — exclamó Peter abrazándola.

—¡Oh! Peter, casi no me acordaba de ti, esta tarde vendrás conmigo, ¿sí? Iremos a la librería con otros chicos a hacer unas cosas, ¿te apetece?

 

Peter asintió con la cabeza y volvió a sonreír, pues quería mucho a su prima. Mientras, Jim y Sam estaban sentados en las escaleras de la entrada de la casa de Sam.

 

—¿Qué está ocurriendo, Jim? — quiso saber Sam, que aún se sentía medio perdido.

—Pues no lo tengo muy claro, pero lo que está claro es que no es casualidad el robo de la raíz y la premonición de Ray.

—¿Y qué es lo que puede pasar? —preguntó Sam.

—Eso no lo sé, pero me da a mí que nada bueno.

—Bueno, y ahora cuéntame qué pasa con Lucía — le pidió Sam.

—A ver cómo te explico. Hace unos años tuve un problema, más bien una pelea con un tal Raúl, fue por una estupidez, pero se pasó de la raya y le aticé fuerte. A los pocos días, no sé de qué estaba hablando con tu padre y se lo conté, y él me advirtió de que ese tal Raúl era un chamán con enormes dotes y que buscaría venganza de algún modo. Tu padre trató de protegerme, pues con su energía blanca podía vigilar de alguna manera los pensamientos de Raúl, y un día vino a mi casa y me advirtió de que Raúl había lanzado un hechizo contra mí, pero que él pudo bloquear la llegada de ese hechizo. Aun así, ese hechizo salió rebotado de alguna manera hacia una persona profundamente querida por mí — le contó Jim — Esa persona era Lucía — dijo con pesar.

—¿Y qué ocurre con ese hechizo? ¿Cuáles son las consecuencias? — preguntó Sam.

—Pues tuve la suerte de que tu padre pudo observarlo todo desde el mundo espiritual y me explicó cómo actuaba: realmente de alguna manera afecta a la mente de Lucía y mientras ella no sea consciente de que alguien sabe de su felicidad conmigo no ocurrirá nada, pero si ella de alguna manera supiese o se diese cuenta de que alguien sabe que es feliz a mi lado, si se entera de que alguien conoce nuestra relación, eso la iría debilitando día tras día, hasta llegar incluso a matarla — explicó Jim.

—¡Joder! ¡Qué mal rollo! Pues no te preocupes, jamás se lo contaré a nadie, y no creo tampoco que lo haga Sally.

—Eso espero, porque no sé qué haría si llegase a perderla. Llevamos juntos tres años y quiero que continúe el resto de mi vida — le confesó Jim con una triste sonrisa en los labios.

—¿Y no hay ninguna manera de romper ese hechizo?

—Sí la hay, o eso me dijo tu padre, pero mientras investigaba el modo de romperlo le llegó la llamada del preludio, por lo que hasta que no regrese no sabremos cómo hacerlo — aclaró Jim con voz de preocupación.

—Anímate, Jim, todo saldrá bien, en cuanto mi padre regrese seguro que todo se arregla. Mientras puedes confiar en que ni por mí ni por Sally se sabrá jamás. Ahora vamos a comer que a las tres tenemos que volver a la escuela de nuevo.

—¡Sí! Venga, en una hora paso a recojerte — dijo Jim ya dirigiéndose hacia su casa y despidiéndose de Sam con la mano.

 

Llegaron las tres de la tarde y los profesores ya estaban en la gran sala cuando los muchachos entraron en la escuela.

 

—Id pasando, chicos, hoy daremos las clases aquí todos juntos — informó Marco a los que iban  llegando.

 

Los chicos se quedaron un tanto perplejos, porque nunca habían estado todos juntos dando clase, pero, por otro lado, se sentían más seguros e importantes con todos los profesores allí presentes. Llegaron también Jim y Sam y se pusieron al lado de sus amigos. En la gran sala habían improvisado un montón de pupitres para que todos los chicos pudieran sentarse.

 

—Bien, chicos y chicas, como bien sabéis esto no es lo normal, pero dado que todos vamos a dar el mismo tema, lo haremos todos juntos aquí con todos los profesores, para que no quede ninguna duda. Por favor, prestad la máxima atención, pues el tema lo requiere. Esto no deberíamos darlo hasta tercero, por lo que os pido la máxima concentración posible. El profesor Ray y la profesora Brenda serán los tutores principales de las clases, y el resto de profesores os darán el apoyo necesario, para que tengamos todos los temas claros — explicó el director Marco dirigiéndose a todos los alumnos presentes.

—Bueno, pues si ya estamos todos, empecemos  — Ray tomó la palabra — Como bien sabéis, estamos en un mundo de tres dimensiones, hemos llegado a la cuarta dimensión a través de ejercicios y descubierto así el mundo espiritual, ahora nos queda ver cómo permanecer en el estado espiritual sin perder la consciencia física y cómo poder avanzar de ese estado a la quinta dimensión. Luego veremos cómo poder protegernos de posibles ataques — explicó Ray.

—Exacto, chicos, vamos a entrar todos en estado de conciencia espiritual. Me imagino que todos lo habéis practicado tumbados, pero hoy vamos a practicarlo sentados — continuó la profesora Brenda — Poned todos las manos delante del pupitre, cerrad los ojos, notad cómo entra la energía por vuestro cuerpo a través de vuestras manos y va relajando todas las partes de vuestro ser físico. Dejaos llevar por vuestro ser espiritual, dejadlo que salga y mantenedlo tumbado encima de vosotros — les fue indicando.

 

Los chicos empezaron a realizar el ejercicio y poco a poco empezaron a salir de sus cuerpos y a colocarse tumbados por encima de sus cabezas. Todos iban ligados a su cuerpo con lo que parecía un cordón de plata. Al cabo de pocos minutos todos los chicos ya estaban fuera de su cuerpo.

 

—Bien, chicos, ahora podéis sentirnos, pero no quiero que abráis los ojos de vuestro ser espiritual, quiero que os centréis en vuestro cuerpo físico y lo recorráis por dentro con vuestro ser espiritual, id directamente a vuestro cerebro y dadle una orden a vuestro subconsciente: estoy perfectamente consciente y todo lo que ocurra a mi alrededor será compartido por mi ser físico y mi ser espiritual. Repetídselo a vuestro cerebro varias veces. Ahora poneos de pie con vuestro ser espiritual y abrid los ojos — dijo Ray.

 

Los chicos poco a poco fueron incorporando su ser espiritual al lado de su ser físico.

 

—Ahora viene lo más complicado, supongo que algunos no os veréis entre vosotros por vuestras distintas energías, pero eso no importa ahora, lo que vamos a comprobar es que estáis conectados de manera simultánea con vuestro ser físico; para eso quiero que tratéis de tocar vuestro ser físico y sintáis esa caricia o ese pellizco o cualquier reacción normal, como si os tocase otra persona — explicó Brenda.

 

Los chicos empezaron a tratar de tocarse, unos se acariciaban su propio pelo otros se pellizcaban en el brazo, pero algunos simplemente traspasaban su cuerpo físico sin llegar a tocarse.

 

—Los que no podéis llegar a tocaros, repetidle la orden a vuestro cerebro para que se comunique con vuestro ser espiritual, repetidlo una y otra vez, y volved a probar — insistió Ray.

 

Poco a poco todos los chicos realizaron el ejercicio correctamente, cuando todos los que estaban allí fueron capaces de realizar el ejercicio, Ray volvió a hablarles:

 

—Bien, ahora vamos a defendernos de un posible ataque de energía. Mantened vuestro cuerpo físico en el pupitre y vayamos todos con el ser espiritual al aula de segundo, nuestro ser físico se quedará aquí para amortiguar los golpes de energía — indicó Ray, y todos los chicos se fueron volando hacia el aula de segundo —. Bien, ahora quiero que mantengáis las manos abiertas y mirando hacia abajo, separadas de vuestro tronco unos quince centímetros, y quiero que veáis una línea imaginaria en el suelo entre la distancia de vuestras dos manos, ahí vais a centrar vuestra energía desde la palma de vuestras manos y deberéis levantar una barrera energética, desde el suelo hasta una altura por encima de vuestras cabezas. ¡Vamos!

 

Los chicos fueron realizando el ejercicio y poco a poco empezaron a aparecer unas barreras casi invisibles hasta la altura de sus cabezas, entonces el profesor Ray levantó sus manos a la altura de sus hombros y lanzó una energía que salió disparada de sus manos como un estallido hacia las barreras de los alumnos. Los cuerpos espirituales de los alumnos no sintieron nada, pues la barrera energética los protegía, pero los cuerpos físicos sufrieron como un leve empujón que los apartó de sus pupitres unos quince centímetros.

 

Mientras los alumnos proseguían con su clase, por la puerta de la librería de Nel entró Peter:

 

—¡Hola, Peter! ¿Cómo tú por aquí? — preguntó Nel sonriendo.

—Hola, Sr. Ma… Maison, he venido a esperar a Sally, me di… dijo que vendría después de clase — respondió el chico con su ligero tartamudeo.

—¡Ah! Bien, pues si quieres puedes mirar algún libro y la esperas en la sala de lectura, ¿te parece?

—Está bien. Por cierto, Sr. Maison, ¿qué es la P… Posada de las Almas?

—¿Por qué quieres saber eso, Peter?

—Es que he soñado algo de una Posada de las Almas, con unos chicos despertando fantasmas.

—¿Nunca nadie te ha contado nada de la Posada de las Almas? — preguntó Nel perplejo por la respuesta de Peter.

—¡No! ¿Conoce ese lugar?

—Sí, Peter, es un sitio siniestro, una casa abandonada en lo alto de la montaña, pero no te preocupes, sólo ha sido un sueño y ya está —  comentó Nel.

 

Un rato más tarde llegaron los chicos de la escuela.

 

—¡¡Hola, Peter!! Pensaba ir a buscarte ahora — dijo Sally.

—Llegué an… antes — replicó Peter con su ligero tartamudeo y abrazando a Sally.

—Bueno, pues podéis pasar, os tengo preparada la mesa con los libros que necesitáis — señaló Nel.

Los chicos pasaron a la habitación anexa de la librería y se sentaron alrededor de la mesa.

—Bueno, ¿por dónde empezamos? — comenzó Jim.

—Trabajo de investigación, chicos, cojamos cada uno un libro y a ver qué podemos averiguar — contestó Dana.

—Bien, pues manos a la obra. ¿Nos ayudas, Peter? — dijo Sally.

—Sí, sí, me gusta mucho leer, pero ¿qué tengo que buscar Sally? — preguntó Peter con interés.

—Algo relacionado con la raíz de sauce sagrado y para qué puede ser utilizado en algún ritual.

—¡¡Vale, Peter ayuda!! — exclamó el chico agarrando un libro con entusiasmo.

 

Los chicos se pusieron manos a la obra y, cada uno con un libro, empezaron a buscar la relación del robo de la raíz de sauce con un posible suceso espiritual.

 

—Sam, ¿puedes venir un momento? — preguntó Nel entrando a la habitación cinco minutos más tarde.

—¡Claro, tío, voy! — dijo Sam levantándose de la mesa.

 

Sam salió de la habitación y se dirigió hacia donde se encontraba su tío.

 

—¡Dime, tío! ¿Qué me querías?

—Han llamado de la escuela, tu profesor Ray me preguntó si podías ir ahora.

—¿Ahora? ¿Y eso? — preguntó Sam extrañado.

—Están todos muy pendientes de esto que ha sucedido y creen que puedes serles de ayuda.

—Bien, pues ahora mismo voy — respondió saliendo por la puerta camino de la escuela sin despedirse de los chicos, dándole vueltas al porqué le podrían necesitar a él, mientras los chicos seguían buscando en los libros posibles pistas.

—¡Creo que he encontrado algo! — exclamó Dana.

 

Todos pararon de buscar y escucharon atentamente lo que Dana iba a leer en voz alta:

 

—La raíz de sauce sagrado suele ser utilizada para pociones de curación por su alto nivel de riqueza en espíritu sanador, también se utiliza para aumentar el poder energético de las personas con poco poder de concentración ya que estimula las neuronas transmisoras de energía.

—Suena interesante, pero me da a mí que no es lo que estamos buscando — dijo Jim, así que los chicos se pusieron de nuevo a buscar en los libros en busca de nuevas pistas.

 

Mientras tanto, Sam llegó a la escuela, bajó las escaleras y se encontró en la gran sala con Richard, Ray y Marco.

 

—Adelante, Sam, entra — dijo Ray a Sam.

—¿Qué ocurre profesor?

—Pues, verás, esto es importante y tenemos un par de cuestiones que preguntarte porque si sucede lo que nos tememos, necesitaremos de tu energía blanca, pero con todo su poder.

—Pues ustedes dirán.

—Sam, quizás te suene extraño, pero ¿tu padre ha podido hablar contigo? ¿Lo has visto en sueños o escuchado en tu imaginación? — preguntó Richard.

—Mi padre se puso en contacto conmigo pero por medio de una carta, profesor — respondió Sam.

—Sí, pero aparte de eso, ¿no has experimentado su presencia de algún otro modo? —insistió Ray.

—¡¡Pues no!! ¿A qué se debe esa pregunta?

—Tu energía necesita despertar aún, Sam — aclaró

Marco.

—¿Despertar? ¿Cómo despertar? — preguntó Sam sin entender.

—Verás, no es fácil: la energía blanca tiene una particularidad muy especial, como bien sabes, pero también tiene sus complejidades, y es que explota con todo su poder a través de las emociones, bueno, a través de una emoción en concreto, que por desgracia en cada caso suele ser distinta — explicó Ray.

—¡No les entiendo! ¿Podrían explicarse mejor?

—Tristeza, soledad, amor, etcétera, son emociones que tenemos, pues una en concreto es la que despertará definitivamente tu energía blanca mostrándote todo tu poder, Sam, ¿entiendes? — dijo Ray.

—Pues no sé qué decirles, he estado triste muchas veces, creo que he sentido el amor, también me he sentido solo, también he estado alegre, no sé...

—Pues nos falta algo para completar este puzle, Sam, esa sensación o emoción que despierte tu energía, y lo sabrás esencialmente porque podrás escuchar a tu padre, sentir su conexión, y eso es lo que te ayudará a progresar de verdad, y a nosotros a saber a qué nos enfrentamos, porque el poder de tu padre está más allá del nuestro en estos temas —comentó Richard.

—¿Y qué quieren que haga?

—Nada, hijo, sólo trata de estar atento a tus emociones, porque alguna de esas emociones que aún no has experimentado es la que te abrirá la puerta de un nuevo mundo — dijo Ray.

—Está bien, trataré de estar atento a mis emociones.

—Bien, es todo, Sam, mañana nos vemos a las ocho en clase — dijo Ray.

—¡Vale! ¡Bueno, me marcho entonces!

—Adiós, Sam, y gracias por tu ayuda — se despidió Marco.

 

Sam asintió con la cabeza y salió de la escuela camino de la librería de su tío, donde los chicos continuaban su búsqueda.

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