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—Está bien, hablaré con ella. Aunque lo que no voy a hacer desde luego es entrar y hablar allí, delante de todos — contestó Dylan que se estaba sonrojando sólo de pensarlo —Mejor entra y dile que salga, por favor.

 

—¡Jajaja! Eres un caso, con la de chicas que te has llevado de calle y te da miedo Teresa.

 

—No es Teresa la que me da miedo, pero llevo pensando en ella mucho tiempo, desde las vacaciones del año pasado, y no he podido quitármela de la cabeza a pesar de estar con otras chicas. Me tiene atrapado y tengo miedo de cagarla con ella.

 

—Pues descuida que algo me inventaré para que salga y puedas hablar con ella con tranquilidad — dijo Pedro dirigiéndose ya a la entrada del local.

 

—Gracias — respondió Dylan, que ya empezaba a notar el nerviosismo recorriéndole todo el cuerpo.

 

Pedro desapareció tras la puerta dejando a su amigo fuera sin saber muy bien lo que podía pasar. Dentro del local localizó a Teresa en medio de la pista bailando ya con las demás chicas, se acercó a su amiga intentando que no se le notara el apuro y, al llegar a su lado, le dijo al oído:

 

—¡Oye! Hay alguien fuera que te está esperando!

 

—¿Qué dices? ¿Quién me espera? — Teresa no entendía muy bien qué era lo que Pedro quería.

 

—¡Ven un segundo! — gritó él que apenas oía con el volumen de la música.

 

Los dos salieron de la pista hacia la barra y Pedro pidió una cerveza. Teresa lo miraba sin entender nada y se cruzó de brazos esperando una respuesta que ya le tardaba en llegar. Pedro dio un largo trago y vio la mirada de fastidio de su amiga.

 

—Perdona, pero estaba muerto de sed. Te decía que hay alguien esperando a que salgas — dijo él más tranquilo.

 

—Pero, ¿quién? ¿De qué me hablas? — Teresa miró a su alrededor y se dio cuenta de que alguien faltaba en el lugar — Estás hablando de Dylan, ¿verdad? — Pedro asintió con una sonrisa de medio lado mientras daba otro trago.

 

Teresa respondió con otra sonrisa más inocente, pero cargada de significado. Dylan le gustaba desde hacía mucho tiempo, siempre le había parecido un chico muy guapo y cada vez que él llegaba al pueblo para ella empezaba el verdadero verano, y más desde el último día de vacaciones, la noche de la fiesta, algo surgió entre ellos, pero la oportunidad se les escapó de las manos a causa de una pelea en la que Dylan se vio involucrado. Aquella fue la última vez que se vieron y desde ese momento no habían vuelto a hablar.

 

Volvió a mirar a Pedro que no dejaba de sonreír y le preguntó:

 

—¿Y qué me quiere tu amigo?

 

—Eso vas a tener que averiguarlo tú, y si puede ser mejor sola. Sal y a ver qué te cuenta — le animó el chico.

 

A Teresa de repente le invadió una sensación de felicidad que no comprendía de dónde venía, pero que no quiso menospreciar, así que se giró y se encaminó decidida hacia la puerta. Pero al llegar, justo cuando se disponía a salir, a su mente le llegó una vocecilla que le decía que no debería hacerlo, porque podría salir todo mal y sería ella la que se quedaría hecha polvo en aquel pueblo mientras él volvería a su vida de siempre. Por otro lado, llevaba esperando aquella oportunidad demasiado tiempo y cuanto más se acercaba el momento en el que él regresaba al pueblo más deseaba que llegase. Y estaba convencida de que Dylan también quería tener algo con ella, aunque no podía estar segura de qué y eso la hacía dudar.

 

Por fin se decidió…

 

 

 

 

 

 

 

 

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