—Esta bien Pedro, trata de averiguar si le gusto, pero intenta que sea como una cosa tuya, hazle ver que me gusta a ver que te dice, pero por favor no me comprometas, yo te espero aquí ¿te parece?

 

—Jeje, pareces un niño, pero bueno no te apures, voy a ver que averiguo, pero al menos entra a por una cerveza tío, y relájate, que no pasa nada—sonrió Pedro viendo como Dylan parecía ponerse nervioso por momentos.

 

—Joder que estoy haciendo, si descubro que no le gusto, me sentiré fatal, pero por otro lado, el que no arriesga no consigue nada, madre mía, ¿porque me invaden estos pensamientos pesimistas cada vez que me gusta una chica de verdad? Tranquilo Dylan no pienses tanto, lo que tenga que ser será, uff voy a hacerle caso a Pedro y entraré a por una cerveza, porque la incertidumbre me esta matando—pensó Dylan para si mismo en voz alta, hasta que se decidió a entrar.

 

Dylan entró al bar, y a pesar de que el local estaba casi al completo, pudo observar en una esquina como Pedro estaba ya hablando con Teresa, Dylan suspiró tratando de aliviar sus nervios y casi con miedo, se acercó hasta la barra, para pedir su cerveza, mientras esperaba a que le sirvieran, no pudo evitar echar otro vistazo hacia aquella esquina donde aun permanecían hablando Pedro y Teresa, y por un momento pudo observar, como ella sonreía ante aquella conversación, a Dylan aquella escena le puso mas nervioso aún, pues no sabia si podía estar sonriendo porque le gustaba lo que le estaba contando Pedro o porque no le gustaba y esas dudas lo ahogaban, así que en cuanto tuvo la cerveza en la mano, volvió a salir a la puerta.

Dylan saludaba a algunos chicos y chicas que veía llegar al local y a los que conocía de años anteriores, pero le costaba mucho disimular el estado de ansiedad en el que se encontraba, por lo que decidió apartarse un poco de la puerta y sentarse junto a su cerveza en un pequeño poyete de piedra que había en las inmediaciones del lugar, sin dejar de mirar hacia la puerta del local, deseando ver aparecer a su amigo y que despejara todas sus incertidumbres. A pesar de haber pasado tan solo unos minutos a Dylan aquella espera le estaban pareciendo horas… hasta que vio salir del local a…Teresa, que se encaminó hacia él.

 

—Hola—dijo ella con una tímida sonrisa.

 

—Hola—dijo Dylan con voz tímida.

 

—Me han dicho que querías hablar conmigo ¿es cierto? —preguntó ella sin dejar de lado su sonrisa.

 

—Bueno, supongo que si, aunque no me resulta fácil, no se—dijo él tratando de articular palabra.

 

—¿De que tienes miedo? ¿Tanto te cuesta decir las cosas tal y como las piensas?, ¿o como las sientes?

 

—Pues supongo que un poco, pero solo cuando creo poder perder algo, porque si no, suelo ser mas lanzado.

 

—¿Y que puedes perder?

 

—Pues supongo que la esperanza.

 

—Estoy aquí, eso debería ponértelo un poco mas fácil, y darte alguna pequeña pista ¿No te parece?

 

—Bueno… que sea lo que Dios quiera, supongo que ya te han dicho que me gustas, y pues eso… me gustaría saber, si podríamos intentarlo… ¿te gustaría salir conmigo? —preguntó él con algo de temor, pues a pesar de las pistas que le había dado ella, no se sentía plenamente convencido de su respuesta.

 

Se hizo un largo silencio mientras ella le miraba a los ojos y él trataba de aguantar su mirada, aunque apenas lo lograba, pues veía que la espera a su pregunta se demoraba y empezaba a dudar y a impacientarse.

 

—Bueno… deberías decir algo ¿no? —le pregunto Dylan casi susurrando.

 

—Claro que quiero, porque te crees si no que he salido… ¿para decirte que no?... que tonto eres—respondió ella sonriendo, mientras Dylan suspiraba aliviado.

 

—¿Puedo darte un abrazo? —le preguntó él tímidamente.

 

—Claro—sonrió ella.

 

Dylan se aproximó a Teresa y se dieron un tierno abrazo, y al tratar de separarse, él se la quedó mirando a los ojos con ternura y ella le devolvió la mirada con una sonrisa y entonces el chico ya no lo soporto mas y se aproximó a sus labios para darle un cariñoso beso en los labios, al cual ella le correspondió con ternura, aquel beso se hizo cada vez mas intenso, hasta que por fin se separaron.

 

—Lo siento, no podía aguantarlo mas, tenia que hacerlo—trató de disculparse el chico.

 

—No te disculpes tonto, yo también lo estaba deseando, ¿entramos? —dijo ella volviendo a mostrarle aquella sonrisa cautivadora.

—Claro—respondió él con una sonrisa cómplice de la felicidad que sentía en ese momento.

 

La felicidad de Dylan era absoluta, cuando alguien te gusta de verdad y consigues tenerla a tu lado, te invade un cosquilleo en el estomago acompañado de una sensación plena de satisfacción, que difícilmente puedes llegar a olvidar jamás, son de esos momentos en la vida que permanecen en los recuerdos para siempre, y así es como se sentía Dylan en ese momento.

 

Tras entrar de nuevo al local, no podía disimular su cara de satisfacción, todos lo notaron mas risueño y el primero en darse cuenta de eso fue Pedro, que sin decir nada se acercó a su amigo, le sonrió, y le dio unas pequeñas palmaditas en el hombro, que sin decir nada, lo decían todo, pero todo cambió de repente cuando Dylan vio a Pedro cambiar su semblante y ponerse serio de repente, Dylan se giró y pudo observar como la novia de Pedro, Marta, estaba discutiendo con dos chicos en la barra, chicos que parecían no ser de aquel pueblo y que discutían encarándose a la chica de malas maneras, hasta que uno de ellos la empujó bruscamente, entonces Pedro al observar aquella escena, no dudo en acercarse rápidamente hasta la barra y agarró del cuello al chico que había empujado a su novia y lo llevó hasta la calle, el otro chico salió tras ellos y los amigos de Pedro que también se habían percatado de la situación, salieron también, Dylan que había estado observando la escena, también se encendió al ver lo sucedido y cambió su cara por la de enfado y rabia, y quiso salir también rápidamente, pero alguien le agarró por detrás de la camiseta.

 

—¡Dylan¡ por favor, no vayas, ya han salido bastantes chicos para calmar la situación—dijo Teresa agarrando por la camiseta a Dylan y tratando de calmarle.